La ciudad transpira, segrega, expulsa por infinita vez su horror, bajo un sol que parece complotar para que este punto critico se eleve un poco mas allá de lo imaginario.
Nosotros, la especie que la habita de forma hedonica, suprema, parecemos enceguecidos por esta veleidad.
Indiferentes a lo que ocurre alrededor, dejamos de forma desinteresada que nuestro propio monstruo nos consuma, provea, excite y lujurie nuestras mas atroces vanidades.
Es que, la belleza, la paz, la seguridad que aspiramos o visionamos fue realmente conseguida? Hemos satisfecho el preámbulo hacia la trascendencia?. Logramos comulgar históricamente con el pasado sin que este nos martirice constantemente?.NO
Los arboles ancestrales, que nos aseguraron sombra por generaciones deben ver nuestro actuar primitivo con tal dolor e impotencia que solo alcanzan a expulsar su único fluido en forma de lamento, su sabia.
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-Alcanzaran a repudiar sus actos de nobleza hacia la especie??
-Como cuando uno de ellos se fusiono con un rayo esperanzador para abrigarnos en el fuego solidario que la naturaleza nos dio para no morir de frio. Y morimos igual.
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